Situada a 35km de distancia de nuestras cabañas rurales la Ciudad Encantada está, en pleno corazón del Parque Natural de la Serranía de Cuenca y rodeada de inmensos pinares, la Ciudad Encantada es sin duda uno de los parajes más espectaculares de nuestro país, donde podrás conocer y aprender el proceso geológico del karst y admirar sus caprichosas formaciones.
Es una de la excursiones que recomendamos hacer desde nuestras cabañas rurales, en la misma zona de este singular paraje podrás disfrutar de una parada en El Ventano del Diablo lo encontrarás un poco antes de llegar a la Ciudad Encantada, el Ventano es un balcón excavado en la roca desde donde te llevarás unas preciosas fotografías, el coche se puede dejar en la misma entrada de este monumento natural, solo hay que caminar unos 100 metros para llegar al balcón, también puedes aprovechar para comprar algo de artesanía típica de la zona, pues en el aparcamiento suele estar abierto un quiosco, con piezas cerámicas y un montón de recuerdos.
Una vez visitada la Ciudad Encantada tienes a un paso, un montón de posibilidades y lugares de interés para seguir visitando la Serranía de Cuenca.
Resumir Cuenca en unas pocas líneas no sólo es tarea baladí, sino casi un sacrilegio, ya que por los huecos de la estrechez perderíamos siempre algo valioso, algo importante. Cuenca es ciudad para reposar, no de visita apresurada. Una ciudad para ver por dentro, paseando sus calles, entrando en sus rincones monumentales; y contemplar desde fuera, desde el otro lado del Júcar; para ver bañada por el sol o iluminada por la noche. Para ver las construcciones del hombre y las de la naturaleza. Para descubrir escondidos secretos de callejones fachadas y callejuelas, o para que invada la imponencia de su catedral, o sumergirse de lleno en la envoltura de monumentos de la Plaza Mayor; para la historia del arte o el arte abstracto contemporáneo.
La ciudad que se asoma al Júcar colgada desde la pared que la sustenta, es, merecidamente, Patrimonio de la Humanidad e invita desde su percha a transitarla con calma, degustarla y llevársela prendida. Cuenca es la ciudad que no se resume, nos resume ella y nos hace vulnerables ante su esplendor y su belleza.